♦ Cotidiana

	

Cotidiana Ediciones Embalaje - Museo Rayo Primera edición 1983 ©Aníbal Manuel anibal-manuel@outlook.com Diseño de carátula: Omar Rayo Maquetación: El autor Derechos reserva conforme las normas vigentes en Colombia que protegen la propiedad intelectual





¿QUÉ ES LA VIDA?

¿Qué es la vida, señores? ¿Qué es la vida? No me vengan con el cuento de que la vida es esa rutina de respirar y respirar y de vez en cuando sentir que algo nos empuja al amor, al odio, al sueño, a tantas cosas que van dejando agridulces en la boca y una cierta sensación de lágrima rodando hasta la orilla. ¿Qué es la vida? De pronto uno se da cuenta que la vida, es esa cosa que a veces nos asusta y a veces nos estorba; sí señores, esa cosa vulnerable y frágil que no nos pertenece pero que llevamos aferrada a los huesos como una caricia o como una canción que necesariamente estamos obligados a escuchar. La vida, sí señores, es la obligada disculpa para escribir estos poemas.



POR SI ACASO

Ya es hora de ignorar los estribillos. Empecemos a mentir de una vez por todas y a cambiar el ademán por la total simulación del gesto. Falsifiquemos la sonrisa, hagámosle trampas al milagro, disfracemos el egoísmo y, sobre todo, distorsionemos la resolución de la palabra. ¿Acaso no has visto cómo se soporta el parpadeo sin nunca haber logrado recompensa alguna?



INVENTARIO

Teníamos una casa común junto a los prostíbulos del pueblo. Teníamos un caballo llamado Zepelín y una perra casi ciega. Teníamos un violín cedido en préstamo y un par de muletas que fueron del abuelo. Teníamos un retrato del abuelo. Teníamos un baúl de madera y una bola de billar escondida en el recuerdo. Teníamos un frasco de agua bendita. y mil caminos diarios a los surcos. Teníamos un anillo de cobre en el meñique. Teníamos un encendedor de yesca y un almanaque de Bristol. Teníamos una mata de sábila para ahuyentar la mala suerte. Teníamos una mentira a flor de labios para engañar la miseria. Teníamos una miseria que difícilmente se dejaba engañar.



HONRAS FÚNEBRES

Señoras y señores: Me permito informarles que mañana –o a más tardar el próximo sábado– ustedes habrán de estar muertos. Tal vez no lo sepan, pero ya están debidamente preparados los funerales.Habrá sesión de discursos que prometen ocultar todo desliz funesto para el brillo postrero, panegíricos espontáneos de condolido acento, floración de lirios discretos para la indiscreta podredumbre y una entonación de llantos sinceros y abundantemente vertidos. Ustedes irán muy serios en sus cofres de caoba, como corresponde a posición tan digna. Y en ese cielo que horas antes era tan brillante, una nube inesperada treará presagios de tormenta. (El cielo tendrá que estar gris de la tristeza o de nada habrá servido haberse muerto en noviembre). Por último. para no aparterse de tradición tan arraaigada, cada uno de los allegados arrojará un puñado de tierra en la fosa común que los acoja, y nadie sabrá –Nadie tiene por qué saberlo– si ese puñado se arrojó con cierta ira reprimida o con la lejana esperanza de que los hombres sobrevivan a las ruinas de los tiempos.



LA SEÑORITA EUFEMIA

Perfumada de verde y alhucema, la dama de los sueños extraviados se acicala para cumplir la cita que treinta y cinco años atrás le incumpliera el galán de la foto desteñida. Acicalada y de verde -verde esperanza que terquea por no marchitarse- es la imagen que se le fue rezagando al tiempo; es la postal de ojos entornados y muselina barata que de tarde en tarde saca a pasear su fantasía sin importarle el tumulto agolpado en las ventanas, pues ella sabe que cualquier día es domingo en su sueño y que el galán de las promesas asomará por fin trayendo en la solapa el clavel de mil disculpas nada difícil de aceptar.



REGRESO

Después de todo, uno no tiene que andar por ahí recogiendo los pasos, regresando sobre huellas que ni siquiera estaban en mente o dejando quejidos de dolores lejanos descuidadamente abandonados en todos los rincones de la casa. ¿Acaso no es suficiente con el extravío del recuerdo? ¿Acaso no basta con haber soportado el latigazo de un vicio oculto?



AUN

Lo que son las cosas de la vida, hermano… Yo, que todavía no he muerto, regreso a tus palabras y tus pasos, a ese afán de andar por ahí riendo de la vida porque –eso decías- la vida terminaría por reírse de nosotros. Y de veras que fue así, hermano. Había que verte embolsillando bullarangas y estrenando cada día madrugadas deslumbrantes. Había que verte el gesto de aquí no pasa nada que sacabas a relucir como si fuera un amuleto. Pero tropezaste con la muerte, hermano. Y nada habrá que logre sacarnos del asombro, nada que pueda espantarnos la tristeza.



VARIACIÓN SOBRE FANTASMAS

Dicen en casa que por el patio aun rondan los fantasmas anónimos, que aún gimen y susurran y arrastran una desolación de cadenas rotas. Dicen también que en las noches de jueves imposibles ondulan sobre señales de tesoros ocultos y que al amanecer -justo antes del alba- se alejan en dirección de la luna tiznando de semigrises su secreto inexistente.



TANGO PARA PABLO

Un tango que se agita en bandoneones va desgranando una historia de lamentos y nostalgias y de suertes enlutadas que un fulano va tomando como suyas. Ese tango le ha estrujado la memoria devolviéndole una noche bullanguera y de faroles que ciertamente fue propicia a un amor de cafetines. Puede decirse, incluso, que todo su pasado arrecia como lluvia cargada de presagios, de esperanzas que se pierden en zaguanes dejando acorraladas las suicidas intenciones. Es por eso que el fulano aguardienta su tristeza; es por eso que el fulano compadrea su nostalgia y emborracha sus palabras y va dejando que Aníbal Troilo le clave un tango malevo como si fuera un puñal que escarba con su brillo traicionero.



SEÑALADO HASTA EL DOLOR

Me parece imposible el sol de este día. Al final del insomnio, una sorda luz de metales atraviesa las ventanas y me señala como si de veras reconociera en mí al que se hundió en una noche de hospitales acosado por un rumor de huesos rotos. Así, señalado hasta el dolor por una luz enferma, he logrado llegar a este día de anestesias y alcoholes y de hombres que van por los pasillos arrastrando los pies como si no tuvieran prisa por alcanzar la muerte.



NOSTALGIA

No es por nada, pero a veces siento una lejanía de amores caminando por calles conocidas al abrazo. Y a veces siento una sensación de melodías que me hablan de pañuelos y de manos que se agitan para la despedida bajo cielos color de fuego. Sentado en el umbral de todos estos años, la nostalgia ha empezado a teñir de sepia todas mis fotografías.



ALTER EGO

Ya me estoy cansando de cargar con ese otro que apenas sí se me parece. Aquel que me mira no sospecha que un intruso me estropea la humildad y me estruja sin consideraciones usurpando mi lugar en cada intento. No soy yo quien se adelanta con gestos imprevistos, ni el que a veces se deja sorprender por la prudencia. Soy eco apenas, cotidiano ojo ciego, voz que se repite en una voz que no me pertenece; soy tamborileo apenas, espejo, destello, espejo, canción que gira y gira mientras el otro se agazapa y arrastra en el sigilo para arrebatarme lo poco que de mí queda.



RUTINA

No es justo apearse uno al borde de la noche solo para encontrar que hora tras hora el día ha vuelto a ser el mismo de todos los días: el espejo, el dentífrico, la taza de café, la calle, los papeles, el buenos días, la orden, el reclamo, la fatiga, otra taza de café, el regreso, el periódico, el noticiero, la televisión, el tedio, el sueño, el sueño, el sueño… Y uno pensando que entre el sol que sale por oriente y el que va cayendo por occidente, algo debió resistirse a la rutina o que algo imperceptiblemente torció su curso para que al fin podamos dormir con la esperanza de una buena nueva.



ROYAL DUMBAR STAR CIRCUS

En el centro de la pista el malabarista compite con su habilidad mientras un indiscreto payaso de vespertina intenta arrancar aplausos con una parodia. Junto a ellos, la trapecista de las lentejuelas opacas aparece doblando las muñecas y esforzando una sonrisa que no alcanza a ocultar el diente ausente. Luego se presenta el mago con un negro sombrero de cartón y capa de popelina y hace desaparecer una baraja que nunca recuperaría por lo cual trata de convertir su vara mágica en un pañuelo rojo, para cederle el paso a los del trapecio y al equilibrista y a la contorsionista casi imposible y al cantor de boleros en los intermedios… En el centro de la pista los reyes de la risa se golpean con palmetas en tanto que más allá, justo en medio del público de galería, Aníbal Manuel va ejecutando su difícil suerte de vendedor de dulces y recuerdos. Es el año de 1062 en un circo de crpa rota y media pista.



COTIDIANA

Alguien se levanta y religiosamente empieza el día uniformándose de ciudadano que de veras sale a enfrentársele a la vida: camisa impecablemente arrugada, pantalones de quiebres equivocados y zapatos que ya insinúan agujeros indiscretos. No es por nada, pero al verlo cada día agitando su des-espera en la parada de los autobuses, uno no puede menos que pensar que Alguien cree que aún logrará reconstruir su esperanza con un empleo de tercera, con un puesto en la trastienda, con ese ir y venir de tranquilas sumisiones que lo llevan a perderse sin remedio en una mansedumbre insoportable. Por supuesto, Alguien regresa con el cansancio de la tarde y no comprende por qué no puede darse el lujo de malgastar la economía de un paisaje de domingo o echarse a cuestas todas las posibilidades del ocio; alguien no comprende por qué no ha podido asegurar todavía el placer de empezar el día dando vuelta hacia el rincón sin molestarse en pensar –por ejemplo- que soñar bien puede costarle a uno un ojo de la cara.